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  1. Réquiem por un país.

    miércoles, 1 de mayo de 2013

    Todo apuntaba a que sería una mañana de domingo como otra cualquiera. La mudez del desayuno deja paso una leve ducha con la que despojar mi mente de las sobras de algún pesado sueño. Ya lúcido, decido realizar alguna que otra tarea. Tras organizar mi cuarto, me preparo para bajar a la calle. Cojo la bolsa de residuos que adorna colgada de un cajón de la cocina. Sé que no me toca bajarla, pero el ocupante de la habitación contigua hace ya como un mes que no sale de su estancia. Tomo mis llaves y salgo por la albina puerta. Bajo las escaleras apeado con el cargado saco, me encuentro con mi vecino, el cual porta otro macuto similar al mío. Le doy amablemente los bueno días y le abro el pesado portón que da a la calle. Agradablemente me saluda con una septuagenaria sonrisa. Nos dirigíamos a la par hacia el contenedor de basura cuando el anciano comienza el diálogo.
       - ¿Eres tú uno de los dos estudiantes que vive en el primero? 
       -Sí señor. 
    Nos acercamos al contenedor, cogí su bolsa y la arroje al interior. Me miró muy agradecido y continuó con la conversación.
       - ¿Qué estudias joven?
       - Estudio Publicidad en el campus de aquí.
    Tras un cordial intercambio de preguntas, el hombre cavila y con una mirada un tanto subordinada me dice:
       - Me da vergüenza admitirlo, pero yo no he estudiado nada en esta vida.
    En cuanto procesé el comentario del anciano, añadí:
       - Pero es seguro que a usted nunca le ha faltado trabajo.
    El septuagenario asintió y replicó:
       - No debes preocuparte, seguro que las cosas no tardarán en cambiar.

    Me habría gustado seguir conversando con él, pero nuestros camino se separaron. Sigo pensando en que si de verdad aquel hombre confiaba en que la situación cambiase. Por lo pronto, he decidido aprender un tercer idioma que me ayude a movilizarme exteriormente.





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